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América Latina y la Segunda Guerra Mundial (I) |
HUGH THOMAS:La conquista de México. Barcelona, Planeta, 1994. El autor de esta reseña no considera que existan libros definitivos, pero si los hubiera, muy posiblemente este nuevo libro de Hugh Thomas se encontraría entre ellos en su tema y en su género específico; y ello a pesar de alguno que otro error o contradición, imposibles de evitar en una obra de 896 páginas, cargada de detalles, relatos y descripciones que capturan y apasionan al lector. Claro está que existe hoy en día una gran cantidad de excelentes investigaciones que se abocan a aspectos específicos, y a menudo esenciales, tanto de las culturas prehispánicas como del proceso de la conquista; pero parecería que esta narrativa de la conquista de México, detallada, científica y literaria por igual, fundamentada en las fuentes primarias más diversas, con abundancia de análisis inteligentes que van dando sentido a la trama del proceso histórico, puede recordarnos en su género solamente el precedente de William Prescott con su History of the Conquest of México (1843). Se trata de una de las más acabadas expresiones de la narrativa histórica, que intenta sacudirse de encima tanto las preconcepciones de tal o cual dogma historíográfico, como las metodologías propias de diversas disciplinas sociales que a menudo imponen categorías que encuadran a la fuerza los hechos dentro de sus parámetros. El esfuerzo de Thomas en este sentido es encomiable, y a veces no duda en dejar tal o cual cuestión abierta, limitándose a presentar las diferentes versiones que recibimos de diversas fuentes primarias, o utiliza cautelosamente términos como "es casi seguro", "es igualmente posible", "al parecer", etcétera. Thomas comienza con una reseña general de "El México antiguo" y "La España del Siglo de Oro", lo que constituye el contexto inicial de la epopeya por venir; continúa con los diversos momentos, desde las primeras exploraciones que van descubriendo las altas culturas de Mesoamérica a los ojos de los codiciosos exploradores, hasta el avance de la conquista y finalmente la caída de Tenochtitlán; por último, después del epílogo, agrega tres secciones de apéndices, genealogías y documentos inéditos. Evidente- mente, desde la clásica obra de Prescott se ha publicado una nueva e importante documentación, que Thomas aprovecha en esta investigación junto con nuevos documentos ubicados por él mismo y que utiliza por primera vez aquí, muy especialmente aquéllos referentes a los juicios de residencia de Diego Velázquez, el Gobernador de Cuba en los momentos de la salida de Cortés hacia las costas mexicanas. A pesar de tratarse de un libro voluminoso, Thomas tuvo el acierto de dividirlo en capítulos relativamente cortos, lo que facilita su lectura y le da un ritmo adecuado. Sus análisis historiográficos se encuentran también entrelazados con preciosas descripciones de lugares, como las de la ciudad de Tenochtitlán o la del mercado de Tlatelolco, en el capítulo 20, que dan vida al escenario de la epopeya. A la par de ello, Thomas vivifica a nuestros ojos el panorama humano de los héroes de la epopeya, a los que acompaña no sólo en los momentos gloriosos o trágicos, sino también en el teje y maneje diario de los negocios de diversa índole: en las intrigas, las traiciones, y en las pequeñeces que no son menos patrimonio de estas figuras históricas, y sin las cuales seguramente no hubieran llegado a ser tales. Un ejemplo interesante de esto es el capítulo 23, en el que Thomas describe la lucha entre los emisarios de Cortés y los de sus oponentes -Velázquez fundamentalmente- en la misma España; o, en cambio, la actitud de Moctezuma ante las diversas noticias que durante años le van llegando desde las costas del golfo y, luego, sobre la presencia y el avance de Cortés. Dicho sea de paso, es muy interesante su análisis y su explicación de los diversos presagios que cundieron entre los aztecas previamente a la llegada de los españoles. En algunos aspectos no coincidimos con Thomas. Así, por ejemplo, cuando estudia la muerte de Moctezuma, reconoce que los conquistadores no eran ni compasivos ni agradecidos, mas afirma que el que ellos hubieran matado a Moctezuma era "una explicación improbable", pero no argumenta ni explica por qué. También con relación a Moctezuma, Thomas concluye que "como sucede a menudo en tales circunstancias, se enamoró de sus capturadores y sobre todo de Cortés"; sin embargo, si recordamos cómo intentó aprovechar la presencia de Narváez contra Cortés, quizás esta explicación, aunque nos sea familiar, no sea la más adecuada. Asimismo consideramos que existe una determinada desproporción entre la detallada atención prestada -por cierto acertadamente- a las figuras centrales de la epopeya y al paulatino avance de las fuerzas de Cortés en la conquista de Tenochtitlán, por un lado, y las muy contadas páginas dedicadas a las epidemias que devastaron a la población tenochteca, y que, en opinión de no pocos autores, fueron definitivas para el éxito de la empresa cortesiana, por otro. "Al germen lo que es del germen", titulaba hace poco su artículo al respecto un autor peruano, y no cabe duda que ello debe ser así. En lo que se refiere a algunas de las conceptuaciones, no siempre coincidimos con las elegidas por Thomas. Si bien éste no está solo cuando habla de "los fines propagandísticos" de Bartolomé de las Casas al exagerar, en su opinión, las cifras de la población original en las islas del Caribe, nosotros no concurrimos con él al respecto. Con el tiempo, las investigaciones se van aproximando cada vez más a las apreciaciones de de las Casas con respecto a la población original de América, pero inclusive si al hablar de la desaparición de la población nativa se tratara solamente de unas doscientas cincuenta mil personas, según la apreciación de Thomas en las cuatro grandes islas del Caribe, żla supuesta exageración justifica el uso del término "propaganda" en la lucha del dominicano contra el exterminio? Quizás pudiera decirse que existe aquí simplemente un problema del significado algo peyorativo que otorgamos al término "propaganda", mas entonces, cómo aceptar la inmediata afirmación de Thomas: "Pero fue por exceso de trabajo, por miedo y por haber perdido la esperanza en el futuro, y no por obra de las armas españolas". Esto nos parece apegarse demasiado a los hechos distintos, y por cierto más que conocidos, sin comprender que su significado es el mismo; más aun cuando las epidemias todavía no habían irrumpido y la responsabilidad absoluta cae sobre los hombros de los conquistadores y la explotación colonialista. Existe también alguna que otra dificultad relativa a las fuentes. Nos sorprende, por ejemplo, que hacia el final del capítulo 35 Thomas escriba que los mexicas conmemoraron su derrota con un lamento, transcribiendo a continuación una parte del mismo, cuando de hecho se trata de un texto mítico cosmogénico previo, relacionado con los cinco "soles", y conocido profusamente. Resulta en verdad extraño que nos encontremos con este texto aún en la sexta edición española, aunque esto quizás se deba a que todas las seis ediciones salieron en 1994 durante un plazo de siete meses, índice de su excepcional éxito; no obstante, el original en inglés apareció en 1993. En fin, podríamos añadir ciertas otras observaciones críticas, pero, más allá de las mismas, es necesario finalizar esta reseña volviendo a señalar que se trata de un libro ejemplar de la narrativa histórica y digno de todo encomio.
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